Sociedad de la información
En mi trabajo las herramientas tecnológicas han representado importantes avances. Siendo docente e investigadora de la Universidad, entre tales instrumentos la PC me permite el acceso a fuentes de información primaria y secundaria, con una velocidad vertiginosa, al tiempo que puedo enviar mis trabajos y se que estos circulan por los ámbitos de evaluación y editoriales con una celeridad que mis profesores no imaginaron. Puedo asimismo acceder a publicaciones online sobre el tema que investigo como también puedo buscar información e imágenes para mis clases. Para ellas, específicamente hago presentaciones en el programa PowerPoint® que me abren ciertas posibilidades de “mostrar” a mis estudiantes lo que de otra forma no podría.
Aunque cuento ya con unos cuantos años de graduada, sigo estudiando y debo comentar que este no es la primera oportunidad en que participo en instancias de educación a distancia. Si bien esto no es una novedad –baste recordar los cursos por correspondencia- la velocidad con que puedo acceder y vincularme no tiene comparación. Como cuestión personal puedo comentar que realicé mi tesis de maestría dirigida por una investigadora de la ciudad de Neuquén residiendo yo en La Plata; de esa forma las páginas de los capítulos de mi tesis fueron y volvieron por las cibervías y consolidaron una versión final.
Me comunico con muchos colegas y amigos a través del correo electrónico por lo que Internet es para mí un nexo con la comunidad. Progresivamente he visto como diversas instituciones –mi propia Facultad entre ellas- establecen nexos con la comunidad mediando un acceso remoto a todos sus miembros. Aun más, soy editora asociada de una revista científica y me comunico incansablemente con los autores trabajando “junto a ellos” en las distancias acortadas por el correo electrónico. Próximamente esta revista estará en línea, tras la decisión editorial de dejar la versión impresa.
Entre las herramientas tecnológicas de la Sociedad de la Información (SI) que se han incorporado en mis actividades profesionales y personales durante los últimos 15 años quedan incluidas, además de la PC e Internet, el teléfono celular que, en ciertas ocasiones me ha servido para coordinar tiempos y actividades en lo laboral. Pese a no ser una entusiasta de los elementos electrónicos, cuento en mi casa con los electrodomésticos de uso habitual.
Mis tiempos de ocio muchas veces se vinculan con herramientas tecnológicas de la sociedad de la información. He recurrido a páginas de la Web para reservar hoteles, coordinar viajes y aun comprar pasajes aéreos. También mi tiempo de lectura de periódicos se asocia a la Web: rara vez compro diarios impresos en papel y muchas veces los leo online. He podido resolver situaciones cotidianas como la elaboración de un plato o la confección del nudo de una corbata a través de la búsqueda y lectura de información contenida en la Web. Con este comentario, me apropio de la noción que sostiene Levis[1] sobre Internet: “es presentada ante la sociedad como un gran y espléndido centro comercial o bien como una herramienta prodigiosa de progreso y prosperidad” (p. 12).
De lo expuesto hasta acá resulta evidente que la tecnología juega un papel importante en diferentes aspectos de mi vida profesional y personal. En este sentido me resultó de interés una idea de Castells[2] (p.11)., que transcribo a continuación: “Las nuevas tecnologías de la información transforman el modo en que producimos, consumimos, administramos, vivimos y morimos. No por sí mismas, desde luego, pero sí como poderosas mediadoras de un conjunto más amplio de factores que determinan el comportamiento humano y la organización social.”
Considero que la tecnología se cuela en diversos aspectos de la vida diaria que saltan a la vista al tiempo que lo hace en otros difíciles de imaginar para el ciudadano “de a pie”. En relación al comportamiento humano hoy parece más cerca la imagen que recupero de alguna narración o de alguna película: una persona que no sale de su casa y que soluciona sus necesidades mediante diversas herramientas tecnológicas: trabaja desde su hogar conectándose con sus empleadores por Internet, hace sus compras por la misma vía; se comunica con sus amigos y familiares de igual manera. Su casa es una versión cercana a la ciencia ficción y está equipada con los últimos avances tecnológicos que le permiten prender y apagar luces, modificar la temperatura del termostato, etc. Impensable unas décadas atrás pero casi una realidad para quien puede afrontar el costo económico de tales comodidades tecnológicas.
Sin embargo, si se consideran las conceptualizaciones iniciales sobre la sociedad de la información (Wiener, Masuda) y se destacan los rasgos que se le atribuían tales como la incompatibilidad con la desigualdad de acceso a la información o el ofrecimiento de nuevos conceptos de libertad, resulta patente que la realidad de esta sociedad de la información por la que la humanidad transita dista de reunir tales características. El capitalismo se ha reestructurado profundamente pero las grandes urbes alojan bolsones de pobreza difíciles de concebir en los términos de los primeros teóricos acerca de la sociedad de la información. Estos hechos, aunados al mantenimiento y aun la profundización de desigualdades entre países y dentro de ellos como también a la indefinición reiterada de lo que es la sociedad de la información “actual” que se trasunta en los numerosos documentos emanados por los gobiernos de los países centrales en sucesivas reuniones cumbres, apunta otros aspectos destacables sobre el debate de la sociedad de la información que resalta Levis (2003); por una parte recalca “las TIC deben considerarse como un instrumento y no como un fin en sí mismas” y por otra sostiene que no son una varita mágica. Dejar que todo el peso de las condiciones de la sociedad de la información recaiga sobre un aspecto particular de ella implicaría caer en simplezas tales como considerar que la educación mejoraría si todos tuvieran su PC o acceso a Internet.
Como cierre de estos comentarios, resulta adecuada a mi propósito la declaración de la Sociedad Civil que participó en la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (Ginebra, 2003). En ella se expresa que no existe una sola sociedad de la información, comunicación o conocimiento, lo que hay, a nivel local, nacional y mundial, son posibles sociedades del futuro. Muy seguramente está en todos y cada uno de nosotros reflexionar sobre nuestro papel en ellas.
[1] Levis, D (2004) Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información Modelo para armar. “Signo y Pensamiento”, nº 44, Universidad Javeriana, Bogotá.
[2] Castells, M (1995) La ciudad informacional: tecnologías de la información, reestructuración económica y el proceso urbano regional, Alianza Editorial, Madrid.
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